jueves, 3 de mayo de 2012

ESE LUGAR...

      Hay un lugar, donde YO me refugio. Un lugar, que aunque físicamente no puedo visitar, está muy arraigado en mi corazón. 

        Cuando estoy triste, cuando las cosas no van bien, cuando sólo quiero limitarme a respirar, cierro mis ojos, y siento que estoy allí, que camino por las calles de mi pueblo, hasta llegar a mi vieja plaza.
    
      Le doy una "vuelta a la manzana"  recorriéndole centímetro a centímetro, con una minuciosidad casi obsesiva, como si revisara cada rincón; cada caminería, cada árbol, cada planta, cada uno de sus columpios, toboganes y escaleras. Puedo sentir ahora mismo la brisa en mi rostro, estoy allí, y estoy FELIZ.

          Sigo recorriendo todos sus rincones, me siento en una de sus bancas, la que da hacia los juegos, trato de encontrarme entre los niños que corretean, intento verme a mí misma, quiero encontrar a esa niña que fuí y que trataba de adaptarse a las circunstancias sin lograrlo... busco entender cómo es que nadie se dió cuenta que "algo me había pasado". Sigo sentada allí, con ganas de correr a columpiarme, pero miro mis manos, me doy cuenta que crecí y un ADULTO debe ser serio y responsable, no puede estar llorando por querer jugar.
   
      Ahora río y lloro a la vez. Río al ver la alegría de los niños, jugueteando, persiguiéndose entre sí, haciendo infructuosos intentos de subirse al tobogán por el lado de la resbaladera. Pero lloro por no poder hacerlo yo también. Porque crecí. Será que al crecer y convertirse en adulto se pierde algo? o sólo se adquieren juicios estúpidos?

        Lo cierto, es que sigo observando a mi alrededor y comienzo a sentir sus aromas, esos que hace 23 años no he vuelto a respirar. Pienso en todos aquellos que dejé allá esperando por mi regreso, que nunca se ha materializado. Muchos se cansaron de esperar y ya no están, a los que mas amo y de los que nunca me despedí.
  
        Ya no puedo contener las lágrimas, me levanto del banco y giro mi cabeza para dar un último vistazo, veo un grupo de personas, me da algo de curiosidad y me acerco. A medida que lo hago, voy reconociendo voces  y no me lo creo, están allí esperándome, de alguna manera ellos saben que ese lugar  es importante y muy significativo para mí,y siento sus presencias. 

      Quisiera abrazarlos, pero no puedo. Escucho sus voces y recuerdo algunas conversaciones, ya la tristeza no me deja seguir. Frustrada, me recuesto sobre el pasto y veo revolotear miles de mariposas, intento seguirlas con la mirada, pero se escabullen rápidamente, igual que mis pensamientos. 

         Quiero hablarles, pero ya no están allí. Me levanto y me despido con la promesa de que volveré pero ya no hay respuestas... respiro profundamente y abro mis ojos. Vuelvo al aquí y al ahora, muy afectada, pero con la fortaleza suficiente para continuar...
  
          Seguiré Adelante...

                 Clau...

2 comentarios:

  1. Para mí es la playa cerca del faro, mi faro.

    Me has evocado muchas cosas. Y me has hecho desear con mas fuerza volver allí, aunque sea adulta, y pisar la arena...

    ResponderEliminar
  2. Justamente llevo unos días pensando en mi lugar, donde solía ir cuando quería desahogarme.

    Llevo varios días queriendo volver a aquel lugar, pensaba que esto no era normal, pero por lo que veo es más común de lo que creía.

    ResponderEliminar